martes, 20 de abril de 2010

Dos tazas de amor






*Este es un cuento distinto a los demás. Está dedicado a un gran amigo, a un amor de verano que tuvo y que se volvió a encontrar en una fiesta que ambos asistimos. Lamentablemente no lo he visto hace tiempo, anda un poco desaparecido. El departamento, donde se narra la historia es en Quinta Normal. Espero que les guste.*




Dos tazas de amor




Esas dos tazas, encima del mueble de la cocina, esas dos tazas de café que preguntaste si las prefería verde o amarilla, con leche o cortado, para luego reírte y decirme que elegí la opción correcta, ya que tu también hubieras elegido igual.

Hace mucho tiempo que no te veía, pero eras real, al fin. Te había soñado un montón de veces, hasta llegué a creer que había estado contigo (en la plaza de la esquina, en donde solía jugar con mis amigos a la pelota cuando era mas chico), besándote.

La noche estaba helada. . Llevabas puesto ese hermoso chaleco verde de lana, raído, que te compré mientras caminábamos por las rusticas ferias artesanales de Pichilemu. Recuerdo que me dijiste que ese chaleco era tu sueño, yo te miré a los ojos y logré captar un brillo indescriptible, metí las manos a mis bolsillos y me despedí de esa guitarra amarilla que estaban vendiendo por solo siete mil pesos.

Te alcancé la azúcar que me dijiste que se encontraba en la despensa, en el segundo estante, al lado de la caja de té y hierbas diversas. Me sonreíste y dijiste que a ti te gustaba con harta azúcar, por que te gustaban las cosas dulces, al igual que a mi y creo que es por eso que ahora estoy aquí, frente a ti, frente a esos ojos cafés, ese pelo castaño claro largo y esos labios que un día fui capaz de besar.

Comenzaste a verter la azúcar sobre las tazas amarillas, le pusiste cinco a cada una, fuiste hacia la cocina, le diste el gas, prendiste un fósforo y pusiste la tetera sobre el fuego. Me preguntaste sobre que estaba haciendo ahora, que hace tanto tiempo que no nos veíamos, que por que no te llamé, como lo había prometido momentos antes de subirme al bus que nos llevaría de vuelta a la ciudad, pusiste cara de pena, como de que algo te faltaba que sabias que te hacia feliz y mas importante aun, te hacia sentir querida y amada como tu querías. Como te lo encomendaba tu esencia de mujer.

Te respondí que estaba en la universidad, que era mi primer año, que estaba atrasado por motivos x. No te aclaré nada, te lo dejé todo al aire. Te miré a los ojos y te dije que te llamé, pero tu teléfono estaba apagado y la segunda vez que te llamé sonó y luego se desvió, pensé que no querías hablar conmigo, pensé lo peor, te borré de mi teléfono y me dije una vez mas. “El amor no existe”.

Te acercaste hacia a mi, me dijiste que era un rollento, que el teléfono se te había cortado por que no te quedaba batería, que fue una coincidencia que no deseabas que pasara en ese momento y que luego, miraste hacia el mar mientras el bus avanzaba y te despediste de todos nuestros recuerdos.

Me pasaste la taza caliente, humeante, me dijiste que tuviera cuidado que me podía quemar, me sonreíste, tomaste la tuya, también amarilla, le diste un sorbo y te declaraste como la cibarista mas grande del mundo. Me dio risa, te encontré de lo mas tierna. Olvidé la música que venia fuerte desde el living, comencé a pensar solo en ti, olvidé la fiesta, la Pancha, el Felipe, Todos, olvidé Jim Morrison que cantaba “Love me two times” desde los parlantes del toca discos, olvidé el vaso de ron que estaba esperándome hace veinte minutos, olvidé el pasado…. Me acerqué, te tomé de la cintura, sentí ese calor natural de tu piel, me sentí a gusto, me mirabas, respirabas despacio y cerca, me acerqué hacia tu oreja, te la rosé con mi nariz, bajé por tu mejilla… me dijiste que parara, que hace poco habías terminado, que necesitabas un tiempo para pensar las cosas mejor, te reíste y luego coquetamente me dijiste que no eras fácil y que mejor me tomara el café que se estaba enfriando y que no servía de nada tomárselo frió. Dueña de la razón.

Caminaste hacia la ventana, miraste hacia fuera, pensaste en algo, no sé que, tal vez en el verano.
Te pregunté si te acordabas de ese día en que nos besamos por primera vez, te quedaste callada, tomaste un sorbo de café y dijiste fríamente, con la garganta apretada “Si, si me acuerdo”. Miraste hacia fuera nuevamente, mirabas las estrellas, la luna llena, la iglesia gótica de al frente y ese edificio que se veía casi negro por el paso del tiempo. Caminé hacia la ventana, te tomé de la cintura por detrás, cuidadosamente con las dos manos. Te di un beso en el cuello, me dijiste que parara. Sigilosamente te diste vuelta, me miraste a los ojos, detuviste el tiempo, tomaste mi mano mientras sonreías y me invitaste a viajar a un lugar mágico, lejos de la fiesta pero cerca de tu alma.

domingo, 18 de abril de 2010

EL CAMIONERO BÍBLICO


*Aveces, la gente muy transmundana...*


El Camionero Bíblico


Era un día soleado. Estaba parado cerca del desolado desierto, haciendo autostop sin mucho logro. Me recomendaron un lugar mejor y fui con todo mi pesado equipaje hacia allá.

Crucé la carretera y me paré al lado de ella levantando mi dedo gordo señalando la pista. Después de veinte minutos de no lograr mi anhelado deseo, fui a un kiosco y pregunte a la señora que atendía si me podía convidar un poquito de pebre para echarle a mi marraqueta. Tenia mucha hambre y las tripas me sonaban. La señora que atendía el local, me miró raro y me dijo, perturbada, que tenia que comprar algo ahí primero. Pregunté por lo mas económico de su menú y no me alcanzaba el dinero, tenia solo seiscientos pesos en mis bolsillos raídos y me quedaba mucho camino que recorrer, unos mil quinientos kilómetros. Me alejé molesto del lugar y reclamando enojado por la mala actitud de la señora. Pateé al piso, el polvo se levantó y me hizo toser. Caminé al lugar donde estaba parado antes y seguí con mi misión. Seria un largo día, pensé

Pasaron los segundos, los minutos y formaron una hora y seguía ahí, en el mismo lugar, estancado, sufriendo por los violentos rayos solares que derretían mi cuerpo. Vi un camión acercarse y frenar para un control rutinario hecho por la policía. Corrí hacia la cabina, me paré enfrente de la ventana del conductor.

-Hola jefe, disculpe, ¿usted va al sur?
-No mijo, voy un poco mas allá- dijo comprensivamente.

Lo miré, defraudado y me devolví al lugar donde estaba, me coloqué en la sombra y apoye mi equipaje en la vereda de tierra. a un hombre alto, con pelo corto y un poco de calvicie en la parte delantera. Llevaba una camisa de cuadros azules con blanco y un pantalón de tela y sandalias. Tendría unos 48 años. Me acerqué a él y le pregunte para donde iba. Me contestó que se dirigía a Santiago, a la Reina, a ver a su familia, quería saber si estaban bien. Estaba preocupado por el terremoto recién pasado. Alcanzó 8.8 grados de magnitud en la escala de Richter y el epicentro fue solo a unos 300 km de la capital donde se encontraba su familia y la mía. Varios edificios y carreteras se desplomaron al igual que las vidas de las personas que seguían existiendo con el recuerdo de sus seres queridos recién fallecidos. Me comentó que le costo comunicarse con su familia, estaban las líneas telefónicas congestionadas pero que afortunadamente estaban todos bien. Luego, cambiando un poco el tema, le comenté que estaba un tanto enojado por el trato de la señora del kiosco monopolio y me dijo que me tenía que relajar, que no sacaba nada enfadándome. Era el sabio caminante incomprendido y lo peor de todo es que solo yo lo sabía

-Flaco, no te amargues por tonteras. Yo ahora ando tranquilo y para hacer deo, te aconsejo lo mismo. Es pura suerte, a veces te paran a los cinco minutos como otras veces puedes estar todo un día parado. Yo una vez estuve un día y medio tratando de irme, pero finalmente igual te llevan- Decía con voz relajada, pronunciando lentamente cada palabra como si comprendiera el tiempo y su curso natural, perfectamente.



Tenía toda la razón, no sacaba nada amargándome. La vida me había puesto en esa situación y tenía que afrontarla de la mejor manera. Paró otro camión y fui corriendo a preguntarle si me llevaba.

-Señor- dije, agitado, mientras bajaba su ventana- ¿se dirige usted hacia el sur?
Bajó del camión y me dio la espalda mientras caminaba hacia el control de carretera

-No, si voy hacia el norte- recalco con ironía.
-¿Me puede llevar un poquito mas al sur, por favor?-suplicaba, juntando las manos dirigiendo mis dedos al cielo.
-No, si no me haga tanto gesto. Yo no puedo llevar, mi empresa no me deja.
-Por favor, un poquito más allá, usted ve donde me deja. Ando solo.

Me miró a los ojos con la mirada entornada

-Ya bueno, pero coloca tu equipaje atrás, en el container.
-Ya, genial!!!- salte de alegría, deje mi equipaje donde indico, caminé donde mi colega, le desee el mejor de los éxitos y le dije convencidamente que el también partiría pronto. Caminé a la cabina, subí los empinados peldaños y me senté en el confortable asiento.

Puso en marcha el camión y nos fuimos alejando poco a poco, cuando pasamos el control policial, alcé las manos y festejé. Habíamos avanzado unos diez kilómetros y ninguno de nosotros decía palabra alguna. Afuera el solitario y sabio desierto, modelaba eternamente.

-Te hiciste el control con la policía
-No.

Miró hacia arriba arrepentido de haberme llevado.

-Pero no es necesario, estoy limpio.

Me miró desconfiado.
Silencio.

-¿y tu… que haces?
-estudio psicología.
-psicólogo, chucha- dijo en voz baja.

Iba con sus brazos fornidos sosteniendo el volante redondo. Pasábamos por la mano del desierto.

-¡Mira! ahí esta la mano del desierto.
-Me la imaginaba mas grande.
-Si, no es gran cosa- respondió

Silencio.




Al frente lo único que se veía era la carretera. Tenia solo dos pistas. Una hacia el norte y la otra para el Sur. Nosotros íbamos rumbo al Sur. Sobre ella se formaban espejismos. Me Imagine litros y litros de agua sobre la pista y me dio sed. Deseaba con toda mi alma que esos espejismos fueran reales. Vi al lado del pasa cambios una botella de agua y pregunté si podía beber un poco de ella. Le molestó un poco la pregunta y luego de un breve rato de pensar la respuesta, cogío una botella vacía y me dijo que le echara un poco ahí por que era asquiento. El ambiente dentro de la cabina estaba un poco denso. El tipo era insoportable y era capaz en cualquier momento de frenar su súper camión, bajarme junto a mi equipaje y dejarme en medio del desierto alrededor de cuervos que esperarían ansiosos mi defunción.

El conductor mantenía su velocidad en 120 km por hora. Cuando había un auto en frente, que le impedía su velocidad constante, cambiaba de pista, lo adelantaba y volvía al mismo carril y así sucesivamente. Al ir adelantando autos, mi corazón palpitaba fuerte. Una mala maniobra y nos íbamos a la mierda.

-¿Usted hasta donde llega?
-Hasta Santiago. Pero yo solo lo puedo llevar un poco mas allá, hasta Chañaral como máximo, que esta a unos cien kilómetros d…
Interrumpí
-si se a cuanto queda.
-Bueno, lo dejo hasta ahí por que así fue como lo acordamos.
-Esta bien, gracias- dije, desesperanzado de llegar pronto a casa.

Con una mano prendió la radio con la otra sostenía el volante. Colocó las noticias del terremoto.

-La cuenta va en tres mil personas muertas- dijo.
-terrible- sentí un escalofrío envolver todo mi cuerpo- usted, digo, su familia ¿como esta?
-Gracias al señor se encuentran todos bien.
-que bueno, me alegro.

Me miró desde sus lentes ópticos, no dijo nada y volvió su vista al frente. El hombre tenía 44 años pero se veía mas viejo. Había un letrero que decía zona de peligro y señalaba la distancia que faltaba para llegar a el. Me sentí un poco somnoliento y me apoye en la ventana. Me desperté y me arrepentí de estar en ese estado. La experiencia me ha enseñado que es fatal quedarse dormido cuando a uno lo llevan a deo.
Traté de mantenerme despierto y abrí forzadamente los ojos al máximo. Miré hacia fuera. Un letrero en medio de la nada, decía: “Chañaral…20 km.”

-Esta es la música que me gusta a mí- cogió un disco que estaba encima del tablero y lo colocó en el porta CD.

Sonaba una música esperanzadora, parecida a las canciones románticas que escuchaba mi madre pero no tan nostálgica.



-¿Conoces esta música?
-Música romántica, ¿cierto?
-Parece que andas drogado o algo por el estilo

“Peligro a 300 metros”

- ¿Usted es muy creyente?
- ¿A que te refieres con: muy?
- Nada ¿si es que usted cree en cristo?


Desde la radio sonaban canciones que repetían la palabra cristo y pecado, salvación también, mucha salvación.

-¿Y cree en la destrucción del mundo, el año 2012?
-No mucho ¿y tu?-
- Si, ósea no en la destrucción total, pero si en un cambio vibracional. El ser humano se esta aniquilando así mismo, las guerras mundiales son un claro ejemplo de eso.-dije presumiendo y mencionando una vez mas el típico y único ejemplo que se me de la teoría critica de la escuela de Frankfurt.
-Eso sucede por que el hombre pecó en el jardín del edén. Se convirtió en pecador y solo hay una forma de desligarse de ello…- aumento el volumen de su voz.

El tipo de un momento a otro cambio su conducta, en su mirada había algo aterrador. Los pelos de su brazo de camionero, erizaron. Continúo.

-Cristo es el único que puede traernos la salvación.

Estábamos llegando a Chañaral, quedaban unos pocos kilómetros.

-El hombre pecó en el jardín del edén- enunciaba en voz alta- tienes que aceptar a cristo en tu corazón para salvarte. El día del juicio final, si es que tienes a cristo en tu corazón podrás cambiarte a un cuerpo puro. De lo contrario, el diablo se llevara tu alma al infierno- decía cada vez mas fuerte.

Disminuyó la velocidad. Se estacionó en un lugar vacío al frente de la playa. Estaba atardeciendo, el crepúsculo iluminaba de color anaranjado el mar.

-¿Qué sucede?- pregunté asustado

Sacó una Biblia. La abrió.

-Mira ¡mira¡ aquí dice clarito la palabra del señor.

Me pasó el texto sagrado.

-lee aquí, lee!!

En la parte superior de la página, a un costado, salía, Apocalipsis.


Leí los números que me señalo, eran del 8 al 12 o algo así, cuando acababa una frase el tipo comenzaba a interpretarlas. La situación era extraña y el comportamiento del antes, sereno conductor, también. Me hizo leer una y otra vez el texto.




Pasaron veinte minutos


-¿Vas a aceptar a cristo en tu corazón?- preguntaba exaltado

Afuera pasaba un bus que iba a rumbo a “El salvador”. Los mensajes siempre dicen algo.

-¿Vas a aceptar a cristo en tu corazón?-Insistía


El sol se escondió completamente en el mar y se dio paso a la entrada de la noche, en el cielo oscuro colgaban algunas estrellas.

- Acepta a cristo en tu corazón y encontraras la salvación eterna- gritaba, descontrolado, me tomaba de un brazo y lo sacudía.

Metió las manos en su bolsillo, sacó una navaja. Colocó un brazo arriba del manubrio y procedió a cortarse. La sangre salía desde una pequeña línea roja hasta empezar a chorrear por el brazo.


- ¡¡¡Cristo, te doy mi sangre. He sido un gran pecador toda mi vida. Si es que me das alguna señal también donare la sangre de mi pasajero temporal!!!

Busqué el pestillo, estaba trabado. Solo él me podía abrir la puerta.

-Dios padre, Dios hijo, Dios espíritu santo, estoy a vuestra merced.-Aclamaba hacia arriba con los ojos en blanco, en posición de alabanza- Acepta a cristo en tu corazón, solo a si podrás librarte del pecado que cometió el hombre, engañado por el diablo, en el jardín del edén.

No veía salida alguna.

-Esta bien, esta bien, aceptare a Jesús en mi corazón- decía con la voz temblando- Cristo ven a mí, te doy mi cuerpo- Gritaba.
-Así NO!!!... Tienes que decirlo desde el fondo de tu corazón.
Trate de decirlo nuevamente, esta vez con más animo.
-Cristo, cristo, ven a mi. Mi corazón es una puerta abierta para que entres y me salves del pecado.

Afuera, cada vez pasaban menos autos.

-NO!!!. Imbecil- me abofeteo la cara. Clash- Asi no se dice!!!

Me toqué y tenia la mejilla hinchada y con sangre. Ardía.

-Me quiero bajar ahora mismo. Por favor no me haga daño- supliqué.

El tipo tenía los ojos desorbitados, giraban como remolinos en llamas.


-Por favor- supliqué nuevamente- déjeme ir!!!.

-Imposible. Eres un parasito. Dios me mandaría al infierno si sales de aquí con vida- decía mientras miraba sus piernas y se las frotaba desesperado.


Vi el cuchillo cerca mío. Acerqué mi brazo sigilosamente adonde estaba posado. Arrastré despacio mi mano por el piso de terciopelo. Lo agarré y guarde debajo del brazo sin que me viera.

- Sácate la ropa, mierda- me dijo, furioso, mirando a los ojos.

Se lanzó encima mío y tiró de mi polera para sacarla.


Agarré el cuchillo y se lo clave en la mano. Se echó para atrás, la sangre salía disparada y manchaba de rojo el parabrisas. Pasé por encima del desquiciado conductor. Me miró con los ojos ardiendo y tapándose con una mano el tajo. Le pegué un combo en la cara con toda mi fuerza. Sentí sus dientes quebrarse. Abrí el pestillo, encima de él y me lancé para afuera. Caí al piso, me pegué en la cabeza con el impacto. Miré alrededor y todo me daba vueltas. Vomité. Corrí al borde de la autopista, hice parar un auto con urgencia. Este frenó de inmediato. El maréo y el dolor me atontaban.


-¿Que sucede, hombre? ¿Estas bien? ¿Estas todo sangrado?
-Sácame de acá por favor, ese demonio quiere matarme.- Señalé al camión, sobresaltado.

El camión se ponía en marcha y se alejaba por la autopista.

Me agarró del brazo ayudándome como a un soldado herido por la guerra y me metió en el auto, en la parte de atrás. En el asiento del copiloto estaba el sabio caminante incomprendido durmiendo placidamente. Puso las llaves en la chapa. Prendió el motor y nos alejamos por la autopista rumbo al sur. Cuando estábamos a punto de llegar a la ciudad, pasamos por un bar, entré al baño a lavarme la cara y en el reflejo del espejo vi al desquiciado conductor detrás de mí con un hacha, me di vuelta y no había nadie. Lavé mi cara, me refregué los ojos, salí y me senté en la mesa con mis grandes nuevos amigos.

Pedimos una ronda de cervezas, luego otra y otra y me emborraché como diablo.

miércoles, 14 de abril de 2010

Papíto









Despertó temprano por la mañana como cualquier día de la semana. Apagó el despertador y vio la hora en colores rojos digitales.

Fue a la cocina, se preparó un pan tostado con mantequilla que fue triturando mientras salía de la casa para ir a dejar a sus hijitas al colegio. Se subieron al auto y partieron. Cuando llegaron a la escuela, sus hijas se inclinaron hacia delante y le dieron un beso en la mejilla recién afeitada. Dijeron “Chao Papi que tengas un buen día” y se alejaron con sus mochilitas con rueditas, hasta perderse por entremedio de un mar de niños con uniformes azules.

Avanzó por la avenida, abrió la ventana y sintió su pelo flotar en el aire. Movió la perilla de la radio y buscó una estación que fuera de su agrado. Desde los parlantes sonaba una canción de cumbia que cantaba en voz baja con la cara sonriente. Se dirigió a una estación de servicios, estacionó el auto y caminó hasta el punto de comidas. Entró, sintió el fuerte aroma a café y saludo a un par de colegas que tomaban el desayuno.
Se acercó.

-Buenos días caballeros- dijo.


Los tipos no respondieron, alzaron el brazo con los ojos pegados a la televisión.

-¿Que pasó, que pasó?- Dijo dándose vuelta al televisor.


Vio las imágenes y llevaban preso a un joven de unos diecisiete años, iba con la cabeza agachada y pegando patadas a las personas que obstruían su paso.


-Se pasó- añadió un colega- Hoy en día los jóvenes no tienen ningún respeto.

-Cría cuervos y te sacaran los ojos- Agregó otro que daba pequeños sorbos a su taza de café.


Pensó en que esa realidad estaba lejos de afectarle. Se sintió orgulloso de su labor como padre y se alejó.

Entró al auto, agarró el diario que estaba en el asiento del copiloto y le echó una mirada a la portada. Se interesó en un artículo y buscó la página. Golpearon su ventana, miró al lado y observó a dos jóvenes solicitando un viaje.

Bajó la ventana.


-Oiga caballero, ¿está de servicio?

Los miro a la cara y vio que el que estaba parado a la derecha tenía un asqueroso herpe en el labio.

-Yo-responde confundido- estaba en mi hora libre pero…-oscila- creo que puedo hacer una excepción.

Los chicos caminan a la parte trasera del auto, tratan de abrir la puerta. No cede. El conductor sube el pestillo. Entran.


- ¿A donde los llevo?

- Siga derecho, nosotros le vamos diciendo- agregó el otro.


Jaló la palanca amarilla hacia abajo y el taxímetro marcó los primeros dígitos.

Aceleró. Los jóvenes atrás vociferaban. El de la ventana de la izquierda llevaba una visera roja y miraba el paisaje en movimiento. Dibujaba en el vaho símbolos parecidos a los que estaban afuera de la casa del conductor y que tanto le molestaban. Un día, antes de ir a dejar a sus hijas al colegio vio que su pared de entrada estaba completamente rayada y pegó un grito enorme al cielo. Maldijo. Después, indignado, fue a una tienda de pinturas a comprar tarros del mismo color que el de su muralla. Llegó a su casa y esparció la brocha hacia arriba y abajo hasta borrar esos símbolos desconocidos.




-Disculpe Caballero, ¿Cómo se llama usted?

Miró de reojo por el espejo retrovisor y respondió.

-Jonny… Jonny Gómez. ¿Por qué?- levantaba una ceja.

-No nada, solo preguntaba no más.


El taxímetro marcaba 2500 pesos.

- ¿Adonde van, jóvenes?

- Un poquito más allá, es que no sabemos bien la dirección. Siga derecho no mas- Dijo, el chico de visera roja, tapándose la boca con la mano.

- -Bueno señor, usted manda- respondió irónicamente.


Siguió derecho.

-Señor, ¿puede subirle un poquito el volumen a esta canción por favor?

-Mmm....., esta bien.

Movió la perilla a la derecha y el sonido fue aumentando progresivamente. Sonaba “Viaje sin rumbo” de Tiro de gracia. Los jóvenes de atrás conversaban algo en secreto. El tipo de la visera colocó la mochila sobre sus piernas, abrió el cierre y sacó un revolver gastado de color metálico oxidado. Lo guardó por debajo de su mochila y le puso el seguro.

-Cabros, le voy a bajar un poco el volumen por que no escucho el radio.

Nadie respondió. Giró la perilla hacia la izquierda y la música fue disminuyendo.


-Señor se puede fumar dentro del auto.

El taxímetro marcaba 5000 pesos.

-Bueno, esta bien- dijo dubitativo- pero abran las ventanas, por que si me queman el asiento, les cobro el doble. Ya están advertidos-agregó, en tono amenazante.

El joven de la derecha saco una cajetilla del bolsillo. La abrió y colocó un cigarrillo en sus labios con herpes.

-Caballero ¿tiene fuego?

-Sí.

Alzó su mano hacia el botoncito encendedor y esperó a que este saltara. Lo agarró y lo pasó para atrás mientras conducía, afirmando el volante con una mano.

-Cuidado que esta caliente- dijo.

El joven de la derecha recibió el encendedor y prendió el cigarro. Dio una calada. Bajó un poco la ventana y echó las cenizas al aire.

- Oiga señor ¿quien es esa niñita que sale en la foto?- Preguntó el tipo con visera roja.

- Mi hija mayor- respondió sonriendo- Es preciosa ¿cierto?

- Si, es súper bonita, se parece caleta a usted.

- …

- Puede doblar aquí a la derecha, porfa.




Dobla. Acelera. Coloca tercera. Pasa un auto que iba demasiado lento.


El Taxímetro marcaba 8000 pesos.

- Cabros si ven a un policía tienen que tirar el cigarro, por que esta estrictamente prohibido fumar dentro de un taxi.

- Si señor, no se preocupe, si la hacemos piola nosotros.


El tipo de la derecha esbozo una sonrisa y agregó- La hacemos de vivo, de shoro.

Luz roja, el auto frenó.

-Disculpe señor ¿le puedo hacer una pregunta de ingenio?

-Eh no soy muy bueno para esas cosas, pero haber dígala no mas.

- Usted necesita llegar a un camino.

-¿ya?

-Pero no sabe como hacerlo y se encuentra con dos tipos, uno dice la verdad y el otro miente. Usted tiene derecho a formular una sola pregunta. ¿Cual seria? Considere que tiene que llegar a ese camino y solo una de esas dos personas le puede dar la información adecuada.

-Esta difícil, me la dejaste pelua cabrito. Haber- dice pensando, llevándose el dedo índice a la sien.

-¿Se rinde señor? ¿Le Gano la pregunta acaso?

-Mas respeto cabrito por que si quiero te bajo ahora mismo.

-No vale la pena ponerse agresivo caballero, ¿lo sabe o no?

-Diría…-pensaba, mirando la calle que se presentaba al frente de él- ¿es cierto que este es el camino correcto?

El joven de visera aplaudió y dijo.

-Wenaaaa, esa era la respuesta. Parece que usted no es nada de tonto.

-No po cabrito, si cuando ustedes van yo…

-¿Vengo de vuelta?- Repuso mirándolo a los ojos por el espejo retrovisor.

-Si, si eso- respondió con extrañeza.

Luz verde. Enganchó primera y partió

Miró al taxímetro y se dio cuenta de que estaba en una cifra muy elevada. Todas estas preguntas lo estaban distrayendo demasiado. Tenía hambre. El estomago le crujía, deseaba con toda su alma dejar a los jóvenes en su destino para poder ir a saciar el hambre, comerse un completo gigante, con extra palta en alguna picada.



Escuchaba que los jóvenes de atrás hablaban en clave, disminuyó la velocidad y buscó un lugar para poder estacionarse.

-¿Por que disminuye la velocidad?

Empezó a sudar, estaba nervioso y mareado de dar tantas vueltas. Sus manos transpiraban y dejaban el volante resbaladizo. Miró hacia atrás con nerviosismo, agarró el radio y busco respaldo de sus amigos. Dijo “Charlie 3” miró para atrás con desconfianza y gritó.

-El taxímetro va en 25 lucas y siento que me estoy dando vueltas como un imbecil. ¿Tienen la plata o no por la mierda?

El joven con visera sacó el seguro de la pistola por debajo de la mochila.



- No sé, no sé, ya maneje no mas, diríjase hasta donde le decimos. Pare de hacer preguntas hueonas.

- ¿Como que preguntas hueonas? cabro de mierda. Se bajan ahora mismo.


Disminuyó la velocidad a 20 Km. por hora y se estacionó al lado de un terreno baldío. Afuera el polvo nublaba las ventanas.

-Ya viejo conchetumadre- gritó el joven de visera- Si parai el auto te rajo ahora mismo culiao maricon hijo de perra- Le colocó el revolver al lado del estomago. El tipo con herpes lo ahorcaba para que no se pudiera mover- ahora iremos a otra dirección, así que mas te vale apagar la weaita del taxímetro por que andamos patos.

Jonny con sus brazos temblando hizo caso de las peticiones del joven. Bajó la palanca amarilla.

Sentía reflujos subir violentamente desde su estomago.

-Por favor, no me hagan daño, si quieren no me pagan nada- decía con la voz quebrada- pero porfav...

-Ya conchetumadre, entonces sigue las indicaciones que te vamos dando- Le pegó un combo en la cara y le partió el labio. Chorreaba sangre.

Prendió nuevamente el auto y lo puso en marcha.

Sentía el revolver hundirse en el lado lateral de su estomago y pensaba en su familia, en sus hijas y en su señora. El sudor le brotaba por el cuerpo, caia por la frente y chocaba con sus labios temblantes.

-Mira maricón culiado, metete por esta calle a la derecha, vamos a la población Esperanza, casa 117 y no me hagáis repetírtelo por que o si no te mato ahora mismo, conchetumadre.- Gritaba exaltado con la pistola tiritando.

- Ya escuchaste hueono- decía el tipo de labios con herpes- si no haci caso te vamos a pitiarte viejo maraco- desde el asiento trasero le lanzó una patada en la cabeza, con sus “Nike Shocks, se pegó contra el manubrio y salio un diente volando.

Bip Bip

Esquibaba los autos. Recuperó el control del volante y avanzó por la avenida. Todo se le daba vueltas a su alrededor como una vorágine aturdidora. Vomitó y manchó el manubrio, sus manos y parte del parabrisas con su desayuno de tostadas con mantequilla.
Dobló por la calle que le indicaron con la respiración entrecortada. Jadeante. Su cara sangraba .Avanzó un par de metros y disminuyó la velocidad, puso neutro y estacionó el auto frente a la casa 117.

-Bájate rapio conchetumadre- decía el joven de visera abriéndole la puerta- cualquier paso en falso y te rajo viejo culiao, te rajo- le gritaba.


Caminaron a la casa. El tipo de la visera roja abrió la reja con sus llaves. Luego lo agarró del cuello y lo redujo llevando su cabeza hacia su cuerpo. El tipo con herpes llevaba la pistola y lo iba siguiendo detrás. Pasaron el jardín de cemento con plantas muertas. Jonny sangraba y manchaba el piso. Abrió la puerta mientras sostenía el cuello de Jonny y entró a la casa. Pasaron directamente al living comedor que era de un ambiente, tenía una mesa de madera gastada y un mantel lleno de manchas de comida. Avanzaron por el pasillo. El chico de la visera abrió delicadamente la puerta y esta cedió de inmediato. En la pieza había una mujer de cuarenta años, acostada, delgadísima y con manchas rojas en la cara. Estaba agonizando.

-Mira viejo culeado, te acordai de ella conchetumadre-Le agarraba la cara aprentandola y apuntándola a la mujer.

Jonny no respondía, le brotaban las lágrimas y su cuerpo temblaba.

-Si que sabi quien es, es mi mamita hueon y esta a apunto de morirse. Tiene sida- explicaba llorando- Vo conchetumadre poco hombre estay aquí para hacerla feliz. Su último deseo antes de morir es hacer el amor contigo, así que bájate los pantalones y cumple por una vez en tu vida, Maricón.


Jonny entró a la pieza, solo, espantado, cerró la puerta y se acostó al lado de su Ex mujer. La miró y pudo absorber todo el sufrimiento que irradiaban sus ojos pequeños. Sintió un vacío enorme y le acarició el pelo. Ella lo miro desvaneciéndose y le dijo.

-Jonny, te eché tanto de menos.


Agarró su cara suavemente, palpó sus mejillas, se inclinó y le besó la frente. Sin decirle nada agarró un cojín y se acostó al lado de ella escuchándola toser. La mujer lo agarró de la mano y le dijo que se marchara, el no le hizo caso y se quedó con ella. Pasó un rato, una hora más o menos y vio que estaba dormida. Le dio un beso de despedida en la mejilla, se levantó de la cama y abrió la puerta. Al salir de la pieza vio que Huguito estaba dormido, descansando, sentado en una silla, con su cabeza apoyada en sus brazos tatuados, con su visera roja y su pistola apuntando al suelo. Emitió el menor sonido posible, calculó sus pasos en silencio y se desplazó como un fanstama hacia la salida. Cruzó el patio de cemento, sigilosamente y vio su taxi afuera, en la calle, con las puertas abiertas.








Felipe Barría

domingo, 11 de abril de 2010

Pequeños monstruos

*He aquí un cuento que escribí para presentar en un taller literario.
Terrible posmodernism y hueá*




Pequeños monstruos

Pequeños monstruos conversando sobre anécdotas simpáticas de su vida diaria. Riéndose en voz alta. Tomando cerveza y moviéndose al ritmo de pegajosas canciones Hip Hop.

Estoy tirado. En traje baño, con el torso desnudo al lado de la piscina viendo un espectáculo de piqueros descoordinados.

Plash!!

Me cae agua en la cara y en el resto del cuerpo. Agarro mi toalla y me coloco un poco mas atrás donde el agua no moje mis demás pertenencias vulnerables a la humedad.

- Oye Julián ¿sácame una foto porfa?

Es la Maca, una de las compañeras más guapas del curso. Agarro la cámara. La prendo. Enfoco. Desde la maquina puedo ver como se arregla el pelo y se sienta enfrente mío con su bikini rojo y pareo verde. Tiene unas gafas blancas y su pelo rubio mojado.
Mira atentamente la cámara.

- Tú me dices cuando…

Plano general.
Disparo.

Apago la cámara y la dejo cerca de mis pantalones que están al lado mío.

-Espero verla algún día po.
-Si, apenas las revele te la hare llegar de alguna forma.
-Ayyyy que tierno.

Me da un apretón en la mejilla y se marcha. Va hacia donde Camila y conversa de algo que de este lugar no logro escuchar.
Me acuesto sobre la toalla y cierro los ojos.












-Cacha que Julián me tomo una foto con esas cámaras antiguas, esas que tienes que ir a revelarlas y las puedes tocar, oler o enmarcar en algún marco bonito.
-Enserio galla, igual es como de otra época eso, no se, yo en realidad prefiero las digitales, son mucho mas no se em como decirlo ehhh… practicas, claro, practicas por que sacas todas las fotos que quieres, solo necesitas cargar la maquina y listo, además de ahí las podi subir a Internet, colocarlas en Facebook o que se yo po hueona pero por ese lado al menos a mi me gustan mas.


-Sí, sí puede ser… igual tení razón, Cami… oye hueona ¿Tení un cigarro que me convides?

-Déjame ver-Se mete la mano al bolsillo de atrás de su pantalón blanco de pitillo, saca su cajetilla de Lucky Lights y se da cuenta que le queda uno-Puta maca, hueona, no me quedan, sorry.
-No importa, da lo mismo.

Silencio

-Ya voy a ver si me consigo uno por ahí, estoy verde por un pucho.
-Yo por un pitito…

La Maca pasa al lado mío, me sonríe y yo el hueón miro pa otro lado. No sé pero me pongo un poco nervioso, igual esta bien rica. Desde la toalla hace que su cuerpo resalte un poco mas, se ve espectacular con ese bikini. Mañana mismo voy a revelar las fotos para luego dejarle un mensaje en Messenger y decirle que le tengo un regalo, o no sé, pensándolo bien, mejor no, no sé, que fluya, toy harto de pensar hueas, mucha teoría y poca praxis como diría mi amigo Martín. Veo que se dirige hacia la mesa donde esta colocado el stereo imponente, ojala que Martín no se la jotee con sus típicas engrupidas filosóficas, ese hueon de repente resulta ser bastante desagradable, irradia pedantería y lo peor es que el hueon no se da cuenta que a los jóvenes de hoy en día no nos gustan las hueas profundas ni reflexivas, preferimos vivir el momento como pequeños monstruos nihilistas. Maldita sea, creo que se me esta pegando un poco su volada. Fuck.




-Ese es el tema mi querido amigo, la explicación de esta gran incógnita llamada realidad es…
-Disculpen chicos, sorry si los interrumpo pero ¿Alguien tiene un puchito que me convide? ¿Plis?- pregunta la Maca juntando las dos manos dirigiendo sus dedos al cielo.
-Hola Maca ¿como estas?
-Bien po ¿Y tú?- se le acerca y le da un beso en la mejilla.
-Bien po. Oye te doy un cigarro pero antes que todo y no digo nada por que la nada invalidaría mi postura de pregunta, bueno sin irme en reflexiones que no son voladas, por que el sentido común esta acostumbrando a distorsionar la etiología de los fenómenos…
-¿Ya?….-responde maca en tono de irónico interés.
-Bueno, la pregunta principal es redoble de tambores- Su amigo de al lado hace un redoble imaginario- gracias por ese redoble, pero no estuvo tan bueno, ya ya sin darme mas vueltas como el símbolo del eterno retorno Nietzscheano… ¿Que es para ti la realidad?
-Hueón, hueón, yo sé, yo sé- interrumpe nuevamente el amigo- la realidad según Jack Nicholson o Nicolas Cage creo, uno de esos dos, dice que no es mas que un efecto prolongado por el abuso del alcohol o algo así.
-Esta buena esa-La maca se ríe.
-Querido cinéfilo si no sabes bien quien lo dijo entonces no te refieras al tema, es por eso que se distorsiona el significado de las cosas que conlleva a un sinsentido del cual hoy tenemos parte en una época tan despreciable como la posmodernidad…Bueno volviendo a la pregunta, omitiendo el desatinado comentario de mi amigo aquí presente. Maca, respóndeme por favor, el cigarrillo que es tu deseo momentáneo se encuentra en juego por el solo hecho de que me expreses tu mundo interior. No importa si comparto o no tu opinión, solo atente a responder… ¿Que es para ti la realidad?





-Emmm pucha no se, igual esta peluda la pregunta- dice mientras se rasca la cabeza con sus uñas naturales- Yo creo que la realidad, es lo que uno puede emmm no se, emmm, es…ya se, ya se, yo creo que es ver, tocar y sentir. Como una foto… como esas fotos, esas fotos que consigues después de un revelado de una fotografía de cámara no digital.
¿Entonces los ciegos o personas con falta sensorial no perciben la realidad?- Le pregunta mofándose.
- Ayyy no sé, no sé, ya te respondí la pregunta Martín, aparte era un sola.
-Si tienes razón, no puedo ser tan hipócrita, igual estuvo bien-ríe- o sea regular pero bueno hiciste el intento al menos querida amiga.
-Si po.
-Sorry loca pero no somos capaces de controlar todas las variables inoportunas-abre la cajetilla y le demuestra que esta vacía- aunque se que a mi me queda poco para tener el control absoluto
- Eres un egocéntrico de mierda hazte ver- dice furiosa.
-No tengo para que, los psicólogos somos capaces de hacer una introspección mas profunda que las personas fútiles que rodean este lugar-Apunta a los demás, su animo cambia-. Ellos son los que necesitan ir al sicólogo, viven inconcientemente, son pequeños monstruos consumistas que se dirigen a su propia destrucción, están basados en medios, en bienes de corto plazo que se acaban cuando ya se consigue el placer-Le coge la mano- Están determinados por el medio y inconcientes de sus fines-la Maca se la quita y lo mira con extrañeza- están siendo dominados por la liquidez de sus acciones consumistas. Viven como robots ateniéndose a la rutina sin ser capaces – se carga en ella con el peso de su cuerpo- de criticarse a ellos mismos. Viven de lo externo y las apariencias. Es cosa de escucharlos para que me den ganas de vomitar y asquearme de su repetida banalidad. Lamentablemente el hombre va a su propia destrucción y lo peor es que llegara en el medio del profundo y prolongado dormitar de sus vidas inconcientes. No les dolerá a ellos, pero a las personas –Le clava la mirada- que aun teníamos ideales para poder cambiar el mundo nos golpeara en la cara, recordándonos de que no cumplimos nuestra misión. Se dirigen a un abismo, del cual se lanzan involuntariamente y cuando llega la muerte es demasiado tarde para reflexionar por que tal cosa no existe después de la vida.
- Hueon, discúlpame pero no te cache nada lo que me dijiste- decía macarena mientras miraba la figura de Julián que yacía sobre su toalla durmiendo una (posible) siesta abrazado a su cámara fotográfica.
-Bueno Macarena esta bien, no te culpo, se que es difícil de comprender-mira hacia otro lado y luego la mira los ojos- Oye… ¿Me acompañas a comprar cigarros? Ando en auto, ¿Vamos?







Abro los ojos, está oscureciendo, el único destello de luz proviene de los últimos rayos del sol que iluminan levemente el entorno. Veo que ya se han marchado casi todos. La Maca no está por ningún lugar, tal vez la llame mas tarde para preguntarle que va a hacer en la noche. Martín esta sentado al lado mío, escucho que llora silenciosamente. La luz de estos débiles rayos solares le ilumina sutilmente la cara. Agarra su mochila de jeans. Se para y dice que me lleva a mi casa. Sus manos están manchadas de sangre y tiñen el pasto.



sábado, 3 de abril de 2010

La mansión Japonesa

La mansión Japonesa


*Este es un breve extracto de un proyecto que tengo pensado concretar a futuro. Espero que les agrade*


Me voy a echar a una de las sillas plásticas que se encuentran alrededor de la piscina y miro el entorno. De repente, de un momento a otro con su traje baño todo mojado y botándome gotas en la cara llega Baltazar y me dice que lo acompañe a fumarse un pito con los cabros. Le sonrío y muevo la cabeza lentamente simbolizando un si.
Caminamos por entremedio de la selva alrededor de gruesas ramas verdes que obstaculizan nuestro deseo. De pronto, nos topamos con un lugar que se ve ameno para la situación, nos sentamos en un tronco que esta en el piso y vemos como de algunos hoyitos comienzan a salir gusanos transparentes. Nos decidimos parar, sin dejarnos de asombrar por lo bizarra que resulta esta escena. Baltazar saca el caño y le hace una sutil veneración con la cabeza. Es uno de los caños más grandes que he visto en mi vida. Según Baltazar, la situación lo amerita. Yo igual le creo. Balta dice que esta manito esta de lujo y que se la consiguió con el “loco Deivis” que es uno de los dealer que tiene las mejores cepas de la ciudad de Santiago. Una vez, el loco deivis me dio unas fumadas de un tipo de marihuana llamado bubblegum y recuerdo que me transforme en otra persona o tal vez era la misma pero sin un súper yo o represión presente.
Se escucha el sonido de extrañas aves que merodean aéreamente el lugar, buscando la presa perfecta para atacar.
Balta prende el pito y le pega unas apasionadas quemadas. Sale un aroma sublime. Lo pasa a Julián y este como siempre antes de concretar la primera fumada comienza a hablar ridiculeces que nadie quiere escuchar.


-Esta re bueno. El lugar esta increíble, pareciese que esta selva nos quisiera comer vivos.- menciona, Julián que se encuentra en traje baño y con su largo pelo mojado.


Es mi turno, fumo dos pitadas grandes y se lo paso al siguiente respetando el orden del juego.


Escucho como el sonido de las aves se comienza a hacer cada vez más agresivo.

- ¿Como les cayeron los tipos que los trajeron hacia acá?- preguntaba el Balta a todos los presentes.
- Bien igual- respondía Julián- cacha que en un momento paramos en un bar que se encontraba en un pueblito que no recuerdo el nombre y onda nos sentamos en la barra y nos pedimos cinco litros de cervezas para 3 hombres.
- No puede ser- le refutaba yo- si los tipos estaban trabajando y tenían prohibido beber alcohol en su jornada laboral.
- A veces se pueden romper las reglas querido Adán.- mencionaba balta
- Si y eso no es todo- continuaba, Julián- después de tomarnos las chelas en ese rustico bar de madera con producción mediocre, una de las tipas que se encontraba atendiendo, fue hacia el karaoke- tosía y pasaba el pito a balta- y programó esa canción calentona de Barry White, se acercó a mi, me tomó de la cintura y me llevó hacia una pieza oscura que se encontraba cerca de la barra.
- No hueon no puede ser ¿y que onda?
- Nos metimos a la pieza y la mina que estaba bastante digna, se me acercó y me paso sus suaves labios por el cuello.
- ¿Y que pasó, que pasó hueon!!!!?

Tengo un mal presentimiento, las mismas aves carnívoras que escuchaba hace un rato, están posadas encimas de las gruesas ramas de este caleidoscópico árbol.

- Se agachó, me desabrochó el cinturón, el botón, me bajó los pantalones…

Todos miraban y escuchaban atentos a Julián excepto yo que seguía preocupado de las aves que ahora me miraban fijamente a los ojos.

- Nada- comenzaba a reír- todo esto a sido una maldita puta mentira
- Que! no te lo puedo creer si me la creí toda hueon!!!- decía Balta con el pito en la mano mientras miraba asombrado a Julián- deberías ser actor no se que mierda haces estudiando Química farmacéutica.
- Si ya me lo han dicho antes- Respondía, mientras gestualmente le pedía el caño a Balta.
Los movimientos se vuelven cada vez más torpes y escucho que Balta en cámara lenta se ríe mirando hacia el suelo.
- E l t i e m p o e s c o m o e l f u e g o q u e m e q u e m a p e r o yo s o ye l f u e g o- decía Pascal alargando las palabras que se volvían cada vez mas difusas y pausadas.
- T e n g o h a m b r e
- E s t a o s c u r e c i e n d o
- ¿ A l g u i e n t i e n e h o r a?


El pájaro no me ha sacado los ojos de encima, me esta dando miedo, temo cualquier movimiento que puedan emitir sus alas.


-T e n g o l a g a r g a n t a s e c a.


El ruido de grillos se hacia insoportable, era como si cada especie que habitara en este recóndito lugar tuviere el deseo de despedazarnos y comernos en pequeños trocitos de carne.
El ave aún me mira fijamente a los ojos, esta decidido a quedarse estático ahí, planeando el momento perfecto para atacarme y llevarme al infierno.
Los presentes tienen los ojos bastantes rojos, lastima que nadie trajo las gotitas.



Felipe Barría